Entender el mal comportamiento de su hijo como una súplica de conexión


Seamos sinceros. Cuando los niños se portan mal, puede ser muy fácil reaccionar con frustración, resentimiento o incluso ira, porque el comportamiento no se produce en el vacío. Ocurre en la plenitud de la vida, cuando vamos de camino al trabajo, llegamos tarde a una cita con el médico o simplemente estamos cansados y listos para volver a casa después del parque. Por eso, el mal comportamiento de nuestro hijo puede suscitar una respuesta del tipo: "¿Por qué haces esto? Esto es lo último que necesito ahora mismo".


Darse cuenta deesta experiencia interna (nuestros pensamientos y sentimientos) es un primer paso muy poderoso para responder mejor. En lugar de reaccionar basándonos en nuestros sentimientos, podemos hacer una pausa para considerar las verdaderas necesidades de nuestro hijo en esos momentos. Si podemos hacer una pausa y reflexionar sobre nosotros mismos, a menudo se desinflan los sentimientos de resentimiento o ira. 

Podemos decirnos a nosotros mismos: "Estoy frustrado porque esto es un reto para mí. Pero quiero responder a las verdaderas necesidades de mi hijo y no dejar que mi deseo de que la vida sea fácil se interponga. Veamos qué es lo que realmente necesita de mí en este momento".

Cuando nuestros hijos se portan mal de un modo que parece realmente irritante e irracional, a menudo es el resultado de una necesidad biológica: hambre o cansancio. Si esas necesidades están cubiertas, el comportamiento puede ser una súplica de conexión, según Circle of Security. A finales del siglo XX pareció cultivarse el mensaje de que los niños que se portaban mal para "llamar la atención" eran algo que había que ignorar, con el fin de extinguir ese comportamiento. Aunque esto puede detener el comportamiento en algunas ocasiones, no tiene en cuenta que el deseo más profundo de nuestros hijos es relacionarse con nosotros y con los que les rodean. La relación es lo primero. Si simplemente nos alejamos, o ignoramos cada vez, perdemos la oportunidad de estar seguros de que nuestro hijo se siente querido y que pertenece a nuestras vidas y hogares. Rudolf Driekers, psicólogo infantil, es famoso por decir que la principal necesidad de un niño es la significación y la pertenencia.

En la práctica, cuando observo un comportamiento frustrante de mi hijo que parece irracional y sé que sus necesidades biológicas están cubiertas, siempre le doy un abrazo antes de cualquier otra intervención. La Disciplina Positiva acuña este enfoque como "Conexión antes que Corrección". Jane Nelson, cocreadora de la Disciplina Positiva, dice: "La psicología adleriana/dreikursiana adopta la teoría de que los niños tenderán a cooperar cuando perciban que el adulto se preocupa por ellos y los trata con respeto y dignidad." Abro los brazos, me arrodillo e invito a mi hijo a abrazarme. Me aseguro de que mi cara y mi voz sean cariñosas y amables, y de mostrarle que sé que es un chico maravilloso y que parece necesitar que le reafirmen que le quieren y que es importante.

Driekers creía,

"La atmósfera familiar -las actitudes, valores y relaciones dentro de la familia inmediata...- proporciona el medio inicial y crítico a través del cual toma forma la personalidad del niño. A partir de su experiencia, el niño crea una imagen de sí mismo, de los demás y del mundo en general. Da forma a sus valores y proporciona el terreno de pruebas para las acciones que le darán un sentido de pertenencia y significación .

La relación es el lugar clave donde nuestros hijos se desarrollan y aprenden todo, desde los modales hasta su sentido de la confianza en sí mismos. Y citando de nuevo a Jane Nelsen: "Los niños que se sienten bien, hacen el bien".

Ten en cuenta que este cambio a conectar antes de corregir puede resultar muy duro al principio. Nuestro propio condicionamiento y la forma en que hemos sido criados pueden hacer que las voces de nuestros padres nos griten que nos mantengamos firmes, que retengamos el afecto y la cercanía hasta que el niño cambie su comportamiento. Sé paciente contigo mismo y busca formas de conectar antes de corregir.

Flora McCormick es consejera clínica profesional y entrenadora de padres desde hace 10 años. Ayuda a los padres de niños pequeños a calmar el caos y a reavivar la conexión y la cooperación. Sus estrategias son sostenibles para padres ocupados, utilizando amabilidad y firmeza al MISMO tiempo. El resultado es una relación mejorada con su hijo, donde usted puede disfrutar de ser padre.

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