La normalización en el aula Montessori

Los niños son intrínsecamente curiosos. Animar a un niño a implicarse a fondo en algo que le interesa refuerza su deseo de hacer preguntas y aprender cosas nuevas. Junto con la incertidumbre del nuevo curso escolar debería venir un recordatorio de que, cuando se le da la oportunidad, cada niño individualmente puede liderar su aprendizaje y normalizarse a través del trabajo.


Normalización es el término que María Montessori utilizó para referirse al proceso de interiorización de múltiples habilidades mediante la coordinación y la organización. Es algo que ocurre espontáneamente cuando los niños tienen un trabajo significativo que hacer. Si se le da libertad, un niño puede elegir hacer cosas que inicialmente los adultos no elegirían para él. Si podemos dar un paso atrás y observar, muchas veces veremos el propósito y el mérito de sus acciones.

Lo "normal" en la normalización

La palabra "normalización" tiene obviamente la palabra "normal" en su núcleo. Antes de continuar, es esencial que se entienda que "normal" tiene un amplio rango en el desarrollo infantil. El simple hecho de que un niño pueda realizar una tarea a una edad determinada no significa que todos los niños deban ser capaces de realizar esa tarea a la misma edad. Cada niño es único, con muchas circunstancias diferentes que determinan la forma y el momento en que ese niño en particular realizará las tareas. La variación entre los límites superior e inferior de las escalas suele ser grande, todo dentro de lo que se sigue considerando "normal".

La combinación del deseo del niño de hacer algo, su comprensión de cómo hacerlo y su acción de hacerlo realmente es el comienzo de la normalización. La normalización es el establecimiento del punto de contacto con el entorno. A través de este contacto con objetos reales que permiten al niño realizar acciones de la vida real, el niño empieza a concentrarse.

Trabajo concentrado y alegre

La normalización centrada se produce fácilmente a través de un niño trabajando. Cuando a un niño le gusta su trabajo, se compromete y se autodisciplina. Una vez autodisciplinado, comienza el proceso de normalización. En lugar de etiquetar a un niño como "bueno" o "travieso", ambas cosas deben reconocerse como pruebas de que el niño está intentando hacer lo necesario para coordinar y organizar muchas funciones internas. A veces esto parece ordenado. Otras veces, es muy desordenado, ¡hasta que al final aparece el orden!


Montessori llama a la normalización "nada menos que la conversión del desorden, la torpeza y el caos al trabajo constante y alegre". El trabajo alegre debería ser el objetivo no sólo de la educación formal, sino de toda la vida.

Muchas oportunidades para aprender

Las aulas Montessori permiten al niño experimentar a través de una variedad de lecciones. Si un niño necesita ayuda para fortalecer los músculos de los dedos a fin de prepararse para la escritura, es posible que elija lecciones como cucharear o verter, que también le enseñan a cuidar de sí mismo. Puede que levanten y coloquen cilindros con pomo, lo que les ayuda a mejorar su conciencia espacial y a utilizar los músculos de los dedos para desplazarse. También pueden colorear inserciones metálicas para mejorar el agarre del lápiz, o incluso trabajar con las cuentas matemáticas para mejorar su sentido numérico. A través de las diferentes vías y materias, el niño sigue utilizando el agarre de pinza para fortalecer sus músculos y, al mismo tiempo, aprender otras habilidades.

Si la atención se centra en una habilidad académica específica, un niño que trabaja en el reconocimiento de números podría elegir números de papel de lija, el juego de la concha o el tablero de las decenas, por nombrar algunos. La multitud de posibilidades disponibles para aprender y practicar la misma habilidad tiene un propósito en el aula Montessori.

Para facilitar el desarrollo del niño, un aula Montessori ofrece deliberadamente los materiales adecuados en el momento adecuado. Son precisamente estas actividades sencillas -protegidas de interrupciones- las que empiezan a propiciar lo que Montessori denomina normalización.

Las muchas posibilidades de lecciones combinadas con la observación por parte del profesor de los deseos del niño de realizar una tarea (siempre que no sea perjudicial para nadie ni para nada), tantas veces como desee, permite al niño normalizarse mucho más fácilmente que si se le estuviera diciendo lo que puede hacer y cuándo durante todo el día. Una vez que el niño ha encontrado una tarea interesante que concentra sus actividades, empieza a normalizarse.

Aprendizaje dirigido por niños

María Montessori señaló que, "en realidad, el niño normal es aquel que es precozmente inteligente, que ha aprendido a superarse a sí mismo y a vivir en paz, y que prefiere una tarea disciplinada a la ociosidad inútil". ¿Quién no querría esto para su hijo?


Una vez que se ha dado al niño la capacidad de normalizarse, estas son las características que se hacen evidentes:

  • Amor al orden
  • Amor al trabajo
  • Concentración espontánea profunda
  • Apego a la realidad
  • Amor al silencio y al trabajo en solitario
  • Poder para actuar desde la elección real y no simplemente por curiosidad
  • Obediencia
  • Independencia e iniciativa
  • Autodisciplina espontánea
  • Alegría

¿Ha observado alguna de estas cualidades en los niños? Entonces ha visto signos de normalización.

Desarrollar el potencial interior

A través de la normalización, los niños empiezan a ver su propio potencial interior. Al colocar al niño en un entorno cuidadosamente preparado y permitirle trabajar, le ayudamos a normalizarse. A través de este trabajo, el niño se vuelve tranquilo, pacífico y muy activo. Pueden utilizar todas las partes de su inteligencia innata. Su trabajo les permite desarrollarse sin ser interrumpidos.

Confiar en el niño. A través del compromiso con sus curiosidades individuales, los niños marcarán el camino, comprenderán realmente lo que están aprendiendo y avanzarán cuando sea adecuado para ellos.



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